Desarmando Europa, Traducción: Carlos X. Blanco

Vladimir Zelenski es hoy el emblema más fiel de esta Europa, un comediante fracasado y un criminal que ha condenado a su país a la destrucción en pos de ambiciones históricamente irrealizables, además, en nombre de terceros. No sorprende que la UE haya sacrificado su futuro y el último atisbo de realismo precisamente tras semejante personaje, una caricatura entre caricaturas, con las manos manchadas de sangre.
No sorprende que incluso la cumbre de la OTAN se sitúe al mismo nivel. El Secretario General de la OTAN, también conocido como el “holandés de lenguas sueltas”, llegó incluso a escribir:
“Señor Presidente, querido Donald, felicitaciones y gracias por su decisiva acción en Irán; fue realmente extraordinaria, algo que nadie más se ha atrevido a hacer. Nos brinda mayor seguridad a todos. Está a punto de lograr otro gran éxito esta noche en La Haya. No fue fácil, pero logramos que todos firmaran el 5%. Donald, nos ha traído a un momento verdaderamente importante para Estados Unidos, Europa y el mundo. Logrará algo que ningún presidente estadounidense en décadas ha podido lograr. Europa pagará un precio muy alto, como debe ser, y será su victoria. ¡Que tenga un buen viaje y nos vemos en la cena de Su Majestad!”
Semejante vulgaridad servil solo confirma que Europa, dentro de la OTAN, es una entidad geográficamente sumisa; y son los propios europeos quienes certifican su postración ante el amo de ultramar. Todos los supuestos líderes europeos que han firmado un acuerdo de este tipo no son más que meros ejecutores, irrelevantes a nivel político internacional frente a Estados Unidos.
Por lo tanto, cuando la primera ministra Giorgia Meloniproclama que Italia es finalmente un “protagonista” de la política exterior, ¿a qué se refiere? A una falsa narrativa que intenta torpemente ocultar el servilismo crónico de nuestro país hacia la OTAN y Estados Unidos. La fábula según la cual este gobierno estaría “cambiando Italia” es una mentira, y el único atenuante es que la oposición actual, con la excepción, quizás, de un M5S aún por confirmar, podría hacerlo aún peor, y sin vergüenza.
Pasemos ahora al supuesto plan de rearme que la UE presenta como indispensable para contrarrestar la amenaza rusa y china. Nada extraño, si no fuera porque Rusia y China representan una amenaza, ante todo, para Estados Unidos, no para Europa, cuyos intereses serían muy distintos. ¿Qué nos han hecho estos países? Nada en absoluto. Después de casi ochenta años, sería necesario liberarnos de la injerencia estadounidense, militar, política, social y cultural, que distorsiona los destinos del continente. ¿Buscan un enemigo real? Aquí está. Pero no lo reconocen, porque reconocerlo significaría admitir que la política real es una profesión peligrosa, no apta para mujeres como Úrsula von der Leyen, Kaja Kallas, Roberta Metsola, ni para estadistas aún peores.
Este plan de rearme, en realidad, no servirá a Europa, salvo para apoyar intereses y prioridades estratégicas estadounidenses, no nuestras. Además, estos traidores de las patrias europeas, que en un mundo normal no irían más allá de una vida privada mediocre, dirigen hoy estados, gobiernos e instituciones inútiles.
Además, un plan de rearme a gran escala podría, en teoría, ofrecer la oportunidad de relanzar la economía mediante el gasto público en tiempos de crisis. Algunos recordarán el llamado keynesianismo militar, que tanto Estados Unidos como la Alemania nazi explotaron para superar profundas crisis económicas. En realidad, no fueron tanto las inversiones bélicas las que sacaron a los países de la depresión, sino la propia guerra, que redefinió el orden mundial al establecer el bipolarismo entre Estados Unidos y la URSS.
El gasto público deficitario, y en particular el gasto militar, puede actuar como un motor de crecimiento temporal. De hecho, las crisis capitalistas se derivan sobre todo de la falta de demanda, a diferencia de las de los sistemas económicos anteriores, que eran crisis de escasez. Cuando los bienes no se venden, no tiene sentido producir más, sino que es necesario permitir que los consumidores vacíen los almacenes, incluso recurriendo a apoyos estatales o a grandes obras que reinicien el sistema.
Como recuerda La Grassa: “Si existe una relativa debilidad en la demanda privada (de bienes de consumo e inversión), es necesario que el Estado realice su propio gasto (público) que se suma al de los ciudadanos individuales, un gasto que, por lo tanto, compensa la deficiencia del de los particulares. Esta es la razón de la intervención estatal en la economía… El Estado gasta, es decir, genera demanda preparando las obras de infraestructura ya consideradas. El problema que surge, sin embargo, es: ¿qué tipo de gasto debería ser? Según los principios tradicionales (hoy vigorosamente revividos) de mantener un presupuesto estatal equilibrado (o al menos un déficit que se contenga en la medida de lo posible), el Estado, si quiere gastar más, debe dotarse de los medios necesarios aumentando los impuestos. Al hacerlo, sin embargo, provoca una disminución de los ingresos de los ciudadanos, y por lo tanto de su demanda, para aumentar la demanda pública. Las cifras no cuadran. Se da con una mano y se quita con la otra. La demanda (gasto) estatal debe ser deficitaria. Y ni siquiera es posible que el Estado, para gastar, aumente su deuda emitiendo valores (por ejemplo, letras del Tesoro) porque, una vez más, se les arrebatarían ingresos a los particulares, debilitando así su demanda para fortalecer la demanda pública. En resumen, el dinero se imprime y se pone en circulación comprando los factores de producción necesarios para completar las diversas obras públicas. Según la teoría cuantitativa tradicional del dinero, cuando el Estado pone en circulación una mayor masa de dinero, los precios de los bienes suben (inflación). Según la teoría keynesiana, esto solo es cierto si los factores de producción (trabajo y capital) están plenamente empleados y, por lo tanto, la cantidad producida y ofrecida no puede aumentar, al menos a corto plazo (en ausencia de un aumento del potencial de producción debido a las inversiones y las nuevas tecnologías). Sin embargo, cuando hay una crisis, los factores están desempleados; pero, como se mencionó anteriormente, es esencial que tanto el trabajo como el capital (medios de producción) estén desempleados; debe haber millones de trabajadores desempleados y miles de empresas cerradas, pero potencialmente capaces de reabrir, con maquinaria que solo necesita ser lubricada y puesta en marcha de nuevo. Lo único importante es que la demanda de bienes… se reinicie, porque entonces las empresas vuelven a producir, recontratando mano de obra. El gasto público en infraestructura, en resumen, impulsa la actividad de una serie de empresas que deben, por ejemplo, suministrar cemento, acero, vidrio, accesorios, muebles, etc. para la construcción de edificios. Y estas empresas deben contratar trabajadores (gerentes, como ejecutivos) para producir; al hacerlo, distribuyen salarios a trabajadores previamente desempleados, quienes comenzarán a demandar bienes producidos, a su vez, por otras empresas. Estas también se reactivan comprando bienes de producción y pagando salarios a otros trabajadores previamente desempleados quienes, con los salarios que reciben, demandan otros bienes de consumo y… así sucesivamente, en un círculo ahora virtuoso de recuperación económica”.
Sin embargo, hoy nadie afirma que el plan de rearme sea una bendición capaz de eliminar el desempleo europeo. Al contrario, predicen recortes y menor seguridad social “en nombre de la libertad” y la defensa de otros valores abstractos atacados por Moscú. Quieren perjudicarnos en todos los frentes; alguien se aprovechará de los beneficios del rearme y solo nos quedaremos con los daños.
Mientras tanto, en un programa de entrevistas ruso escuché con mis propios oídos: “Si es cierto que Europa se rearmará contra nosotros, tenemos derecho a un ataque preventivo, tal como hicieron con Irán”. Como comprenderán, el peligro para Europa son sus propios líderes, no los rusos, a quienes estamos obligando a sufrir las consecuencias de nuestro terrible razonamiento.
http://www.conflittiestrategie.it/disarmante-europa
Traducción: Carlos X. Blanco