La Libertad es el enemigo, Traducción: Carlos X. Blanco

Los estadounidenses nos lo enseñaron todo. Si no hubiera estadounidenses, ya seríamos europeos.
Los estadounidenses no nos liberaron del nazismo ni del fascismo. Esta afirmación representa el núcleo de la propaganda de quienes, tras ganar la guerra, ocuparon nuestro país. Es necesario restablecer el orden para escapar de estas mentiras, cuyo único propósito es enmascarar una dominación extranjera derivada de la Segunda Guerra Mundial y de los acuerdos entre las potencias vencedoras del conflicto, a saber, Estados Unidos y la URSS.
El fascismo fue un fenómeno enteramente italiano, apoyado por la mayoría de los italianos. Muchos vieron en él una forma de redención, tanto en política interior como exterior. Negar esta evidencia implica ser intelectualmente deshonesto. Muchos eran fascistas o simpatizantes, incluso entre intelectuales, muchos de los cuales posteriormente renegaron de esa elección, como Benedetto Croce y Giuseppe Rensi. Con razón, diría yo, porque el fascismo se alejó bastante de sus intenciones iniciales.
Los alemanes, en ese contexto, no eran ocupantes, sino aliados. Se encontraban en Italia luchando contra enemigos comunes, en apoyo de un régimen que consideraban amigo y cuya caída habría comprometido un frente esencial. Los estadounidenses, al derrotar a alemanes e italianos, no liberaron Italia, sino que ocuparon su territorio, establecieron bases militares allí y comenzaron a interferir en la vida política e institucional de nuestro país.
Desde entonces, nunca se ha formado en Italia un gobierno verdaderamente antiestadounidense, y las decisiones más importantes, especialmente en política exterior, reflejan las necesidades de esa nación. Por el contrario, toda la clase dirigente italiana siempre ha tenido que demostrar lealtad y deferencia al país ocupante, especialmente en funciones ejecutivas e institucionales. La inversión semántica se ha convertido así en un elemento central del discurso público: la ocupación se llama liberación e incluso se convierte en una celebración colectiva, la dominación se presenta como una alianza y nuestra libre decisión, y las bases extranjeras en nuestro territorio se hacen pasar por instalaciones de seguridad para nuestro beneficio.
Nada de esto es cierto. Pero esta es la narrativa que transforma a los sirvientes en amigos cercanos, al menos en la mente de los propios sirvientes.
Si un gobierno nacional decidiera ser soberano y autónomo, imponiendo a los ocupantes el cierre de las bases y el respeto total a nuestra independencia, sin interferencias, ni mediante poder blando ni con métodos más perversos, y declarara su salida de la esfera hegemónica estadounidense, implementando acciones concretas en este sentido, sería tratado como cualquier otro estado rebelde. Comenzaría creando, financiando e incluso armando una oposición interna; los servicios secretos extranjeros, que ya operan en nuestro territorio, orquestarían un golpe de Estado presentado como una revuelta civil, como un resurgimiento de los jóvenes y los desposeídos. Y por si fuera poco, incluso llegarían al bombardeo directo del país. Así es como se “liberan” las naciones cuando ya están subyugadas o cuando deben estarlo.
Cuando un supuesto experto en geopolítica repite estas narrativas (uno de ellos, que escribe para Limes, literalmente afirmó que debemos liberar a los jóvenes iraníes, ¿y quiénes somos nosotros para hacerlo? ¿De qué libertad estamos hablando?), no demuestra competencia, sino solo que es un propagandista. Claro que no tengo nada en contra de la persona en sí, pero lo tomo como un ejemplo emblemático. Es bueno mantenerse alejado de ciertos análisis y de quienes los difunden. Nadie vendrá jamás a liberarte. Maquiavelo nos basta para saberlo, y no debemos importar falsas doctrinas del extranjero para olvidar sus lecciones, aún útiles. Menos libertad y más realismo, porque la libertad es el primer aliado del enemigo.
http://www.conflittiestrategie.it/la-liberta-e-il-nemico
Traducción: Carlos X. Blanco.